15.5.06

6000 tropas de la guardia nacional se instalarán en la frontera de México y Estados Unidos. Guardarán toda proporción y se someterán a servir como imagen de defensa sintética, una protección con rostro humano que difiere la atención a la temática central de la situación fronteriza. ¿Cuál es esta situación? Seres humanos cruzan un cerco para conseguir empleo.
Eso realmente ya no importa.
Independientemente de las "resoluciones" al interior de un gobierno como el que hoy vive los Estados Unidos (fundamentalismo de visión chata, fanatismo religioso de protestantes que perdieron toda lógica de discurso, perdidos en el espacio, bla bla bla, me aburro pensando en figuras que no sean más que circunloquios de lo mismo: Estados Unidos tiene el gobierno que pone de manifiesto la caída del imperio (e incluso esta palabra abaratada por el discurso izquierdoso me produce la misma molestia)), con respecto al papel que juegan los mexicanos y latinoamericanos en la economía de dicho país --que de eso se trata realmente-- debe tenerse en cuenta que la inmigración es una situación histórica. Es el único argumento sensato hoy en día. Y dicha situación histórica no es privativa de nuestros tiempos: es como se ha forjado la cultura en América.
Es una de las esencias de la vida de la cultura en el continente americano. Nos define la nomadía, el traslado, la traducción, lo que no hace mucho tiempo le llamaban sincretismo. Sincretismo en la producción, traducción de producción, producción de la cultura americana en todos los espacios geográficos. En América (sí, desde Canadá hasta Argentina, que no quede duda de eso) no podemos evitar producir sentidos a partir de nuestros procesos de traslado y traducción, de mercancías, cuerpos, iconografías, modas, mitos, ideas, ideologías. . .
El Padrino es una de las historias del american way of life más representativas que puedan haber, y no podemos negar que se trata finalmente de la producción de sentidos que la cultura italiana le dio a su proceso de "americanización" (que no es, por así decirlo, "agringamiento"). Don Corleone es un migrante, igual que algún posible magnate mexicano que ahorita tenga una cadena de restaurantes (imagino nombres como Pepe's o Pancho's). La única diferencia (y recordemos que ambos provienen de familias católicas) es que el restaurantero que te vende un buen plato de arroz rojo agringado no se dedica al . . .mhmmmm. . .
al narcotráfico.
¿Será acaso que la cuestión tiene que ver con el control que los narcotraficantes tienen del sistema actual? ¿Acaso temen que un posible mexicano se convierta en el productor de sentidos del nuevo american way of life que produjo un personaje ficticio de la no ficticia mafia italiana, por antonomasia --y junto con los judíos y la cultura del entretenimiento, pero temo que luego esto se interprete como un alegato más sobre grupos raciales-- los forjadores de los Estados Unidos que conocemos hoy en día? (¿quién creen ustedes que construyeron esa grandeza, ese excelente producto del siglo XX llamado el freeway? sí, la mafia italiana)
Pero no se trata de una teoría de conspiración aquí. Se trata de averiguar el tipo de modelo cultural que se viene, en menos tiempo de lo que imaginamos. El tiempo en el que los Estados Unidos se encontrará en las mismas circunstancias --culturales, económicas, políticas, sociales-- que el resto de América. Viejas guardias Beware!!! ya no se puede pensar en Estados Unidos bajo los mismos términos: el Tío Sam, Elvis y Marylin Monroe ya no tienen el más mínimo peso del que llegaron a tener. Más que ser iconos vacíos, son iconos perdidos en la vastedad del imaginario actual. Los invito a que los busquen en google para que se den cuenta de esto.
Y el modelo cultural que nos sigue está definido por la cultura que prevalecerá en Estados Unidos. No sólo en el sentido de quiénes son más en dicho país. Más bien se trata de averiguar quiénes son peso y sustento del espectáculo. El fundamentalismo religioso que pervive en Estados Unidos no es más que una burla; aquello que realmente detenta el poder --una especie de Golem, un innombrable, un algo que de alguna manera vomita escenarios futuros a partir de remiendos que hace en el aquí y ahora-- busca generalmente que se concilien las aguas y que surja un poder económico que supla el sentido del orden. Orden moral, orden político, orden de producción de sentidos, orden simbólico que en algún momento lo definió aquello que llamábamos imperio pero que ahora muestra las costuras y está haciendo un llamado a que el próximo grupo que se encuentra "fuera de la ley" asuma su puesto y dirija al rebaño.
Si nos apegamos a verlo desde el sentido histórico (que por supuesto que hay otras maneras de verlo) las verdaderas revoluciones son el resultado de una bola de barbajanes que decidieron cambiar el modo como se organizaban las cosas. Lo hemos visto en Atenas, lo hemos visto en Roma, lo hemos visto en Bizancio, lo hemos visto en Florencia, en la Francia revolucionaria. Lo vimos en 1900 cuando William Randolph Hearst le dio un manazo al presidente en turno y le recordó que, pues, era un simple presidente en turno. Tan así que en estos momentos no recuerdo su nombre. Sí me acordé del nombre de Hearst.
¿6000 tropas de la Guardia Nacional reforzarán la frontera, proporcionando elementos de logística para que ahora sí no se les escape ni un solo incauto?
En alguna parte de la zona fronteriza, esto es lo que realmente está sucediendo, lo que realmente preocupa:
hay un par de tipos, entrenados por algún miembro de una de las mafias más poderosas de México, sentados en sus sillas y observando desde un monitor cada uno de los pasos de un grupo de agentes que se encuentran cercanos al cerco. Del otro lado del cerco, este otro par de tipos --miembros de alguna de las confusas agencias de seguridad de los Estados Unidos-- está haciendo exactamente lo mismo. Ambos pares se observan, noche y día.
Están esperando que surja la siguiente movida.
Nadie sabe qué va a suceder.
Y yo por eso me quedo con el día a día. Hoy amaneció fresco, pero poco a poco comenzó a sentirse el calor. Recibí un grato mensaje de felicitación de una mujer a quien amo profundamente. Mi padre piensa poner una nueva puerta en el departamento que quiere rentar. De seguro, no muy lejos de donde vivo, aquella mujer indígena que vi en la esquina de un OXXO está comprando el desayuno para su hijo, a quien trae --como bien sabemos-- colgado a su espalda como una continuación de ese pesar que lleva en el lomo y es la pérdida de identidad en un mundo que ya no la reconoce.
Y también se vivieron otras, muchas cosas. Vi el tono verdoso de unos yucatecos mezclarse con ese azul profundo del cielo mexicalense, que siempre es un deleite observar. No dudo que una buena docena de mexicanos pasaron indocumentados a Estados Unidos. Perdidos en su propio anonimato, se metieron a un 7 eleven y compraron un Big Gulp. No sabría decirles la cifra del número de niños que nacieron el día de hoy. O el número de besos que se propinaron amantes, conocidos y extraños.
La vida sigue. Sí. No obstante. . .algo me dice que está a punto de cambiar. No dejo de pensar en el cuarteto de monigotes que se observan desde monitores.